Cocina italiana: aprendiendo cómo hacer la pasta fresca

Cuando un extranjero llega a Italia, una de sus principales curiosidades es aprender a hacer la pizza, una  pequeña y difícil obsesión que nos impide descubrir a veces otras recetas tan italianas y fáciles como la pasta fresca hecha en casa. 

Siguiendo esta regla del buen extranjero en Italia, solo hoy, después de casi seis años en Roma, me he lanzado a aprender a hacer la pasta al huevo, gracias a un laboratorio de cocina impartido por Giovanna, la fantástica cocinera del blog Burro e Alici. 



La receta más habitual de los italianos a la hora de hacer la pasta en casa es la de la pasta fresca al huevo, mucho más fácil que la pasta dura, y que permite tener un plato de pasta 100% natural y casero en muy poco tiempo. 

Para hacer cualquier pasta al huevo, por ejemplo los fettuccine que hemos hecho hoy, necesitaremos solo dos ingredientes: harina y huevo. Se calculan unos 100 gramos de harina para una porción abundante y un huevo por cada 100 gramos de harina. 

El proceso no puede ser más sencillo, aunque a la vez complicado. En una mesa de madera hacemos un un pequeño volcán con la harina, a continuación introducimos el huevo en el centro y vamos mezclando poco a poco con un tenedor. Cuando la masa empieza a tener algo de consistencia llega el momento de trabajar con las manos, amasando fuertemente hasta conseguir una masa elástica y sin grumos.

Después de dejar reposar la masa unos 20 minutos envuelta en papel de film, se extiende con la ayuda de un rodillo hasta que obtengamos una lámina homogénea de pocos milímetros de espesor. A continuación se enrolla la masa y se corta en rodajas de medio centímetro, que una vez desenrolladas se convertirán en nuestros fettuccine y estarán listos para cocinar. 

Un par de minutos en agua hirviendo con sal y una gota de aceite para que no se nos pegue, y tendremos la pasta casera lista. Eso sí, para seguir la tradición italiana, no os olvidéis de preparar la salsa antes de cocer la pasta, ya que hay que comerla recién hervida.

Tengo que confesar que aunque no tenía muchas esperanzas de lograr una pasta comestible, el resultado no ha podido ser mejor (gracias a los consejos de Giovanna). Después de lo aprendido hoy seguro que repito esta receta de pasta fresca hecha en casa, pues no hay punto de comparación con la que se compra en el supermercado. ¡Os animo a todos a probarla!