Desde que puse pie en el local la música típica india y los bailes al más puro estilo de Bollywood me llamaron la atención. Espectáculo para turistas pensé, pero viendo que casi todos los presentes participaban en los bailes me pregunté si no sería una celebración familiar. "Holi", pronunció el camarero con una sonrisa orgulloso, "la fiesta de los colores".
Las caras pintadas de colores y los alegres bailes empezaron a cobrar sentido. Holi es el nombre indio para lo que nosotros podíamos llamar la fiesta de la primavera. La fiesta de los colores es una de las fiestas más importantes y populares en la India, ya que se celebra en honor del dios Khrisna, nacido en una casta lechera, y que permitió el acceso a la religión a las castas bajas.
Armados con polvos de colores los hindúes juegan a pintarse de colores y las calles de las ciudades se convierten en un campo de batalla multicolor del que pocos se escapan. El 'bhang' se encarga del resto, una bebida a base de marihuana mezclada con leche dibuja la sonrisa en las caras de este pueblo lleno de vida.
Si algo debo destacar de mi 'noche de los colores' en este restaurante indio no serán solo los llamativos bailes que se pueden ver en cualquier película bollywoodiana, sino la alegría que son capaces de transmitir los hindúes, abiertos a acoger en su fiesta a cualquier persona sin pasaporte ni religión y sin perder nunca la sonrisa. India me ha conquistado.
Holi en un mini reportaje de la CNN:
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